Mi primera bici, fué como mi primer libro, mi primer par de zapatos o mi vestido de primera comunión, heredados de mi hermana.
Y lejos de ser un trauma para mi, era un motivo de alegría, un alcanzar a mi hermana y lo mas natural del mundo.
Claro que mis horizontes eran muy cercanos y mi ejemplo, la casa de mis primos que eran cuatro.
Y allí podias heredar de primera , segunda y hasta de tercera mano, por lo que me veía casi una privilegiada.
Siempre fui una niña tranquila, quizás demasiado, sobretodo en el tema deberes.
Recuerdo las noches de domingo, sollozar en la cama por no haber hecho las tareas del cole hasta que mi hermana se apiadaba de mí y me ayudaba a acabarlas.
A pesar de llevarme solo dos años y medio siempre se sintió responsable de mi.
Mi segunda madre, eso me molestaba y me hacia la vida más fácil a partes iguales.
Puro nervio ella y yo la pachorra en persona.
Entre hermanos, los favores no cuentan y tampoco los enfados.
Es el que conoce tu cara y tu cruz.
Os cuento todo esto porque hace dos días ultimando yo, los detalles de mi tarje de romana.
Comenté en la mesa que aún no tenía bolso, donde transportar mi imprescindible iphone, llaves y el vil metal.
Y acaba de aparecer ella, como unas castañuelas, se quedó cosiendo hasta altas horas para traerme orgullosa un precioso bolsito.
Hecho con todo el mimo y esmero, con sus trabillas en cuero para sujetar al cinturón, el velcro de una cortina y un adorno metálico que pinto en oro con un rotulador dorado que tenía guardado de las pasadas navidades.
Como para decirle que ya compré uno, pero ella sabe que no, sabe que lo dejaré hasta el últimisimo día o apañaré con cualquier cosa que encuentre por casa.
Porque ella me conoce, se arriesgó a hacerlo sin consultar, un riesgo controlado, lo sé, y una vez mas me deja en deuda con ella.
Muchas gracias Evi.
1 comentario:
Hubo un tiempo en que yo habría dado lo que fuese por un hermano mayor.
Felicidades Luz y Evi.
Publicar un comentario