Momentos y sensaciones

Todos tenemos ese lugar especial, en el que pasamos días felices.
Recuerdos de infancia o juventud que nos acompañaran siempre.
Para mi ese sitio especial es el pueblo marinero de O Grove.
Es donde pasaba los veranos de niña y a donde vuelvo sin falta todos los años.
Es donde se refugia mi mente en los momentos mas duros.
Desde siempre guardo instantes en mi memoria, hago como fotografías mentales de los momentos mas felices y las guardo y refresco de cuando en cuando, para no olvidarlas nunca.
Tumbada al sol, en el día mas perfecto del verano, cuando te concentras y consigues escuchar el sonido del mar, en ese momento cierro fuerte los ojos y pienso, esta sensación me la guardo.
Y en pleno invierno, en la oficina, agobiada por mil problemas se que puedo abrir ese cajón de mi mente buscar aquella sensación, recordar el segundo exacto en el que tuve el buen tino de guardarla y desconectar de todo.
Así guardo también la primera vez que vi a mi sobrino, algún beso especial y el olor del pan recién cocido en horno de leña que asocio a la cara de mi abuela Luz.
Guardo en un rincón especial un viaje en mi Suzuki Santana con mi padre, a visitar a un amigo anticuario, con la música de los Panchos y la conversación mas agradable, distendida y simpática que tuve la suerte de compartir con él.
De los viajes atesoro siempre un click, aquel instante especial, es como un flhas que ilumina mi mente al evocar aquel país.
No vallais a pensar que tengo una mente privilegiada, ni mucho menos.
No recuerdo ninguna fecha, ni tan siquiera los años, no recuerdo ningún detalle técnico, ni las caras o los nombres de gente que conocí puntualmente.
Tampoco sé la matrícula de mi coche, ni en que año me gradué y si me apuras un poco no recuerdo ni lo que comí ayer.
Creo que por eso hago esas capturas mentales, en las que consigo captar la sensación, el sentimiento del momento pero apenas ningún dato más.
Por eso no os enfadeis conmigo si no recuerdo alguna fecha.
Lo que si recuerdo seguro es la sensación que sentí.