Hoy es un gran día, estamos a mediados de Mayo, el sol brilla y la temperatura es agradable.
A media mañana voy a la cafetería de siempre a tomarme mi cortado, ojeo el periódico y a la gente que me acompaña.
Me resulta muy agradable ver como todos disfrutamos con un café, esos minutos que se toma el ama de casa de paso al supermercado o el albañil de la obra de enfrente disfrutando de unos churritos con chocolate.
También el grupito de la gestoría que aprovechan para fumar en la puerta y hacer unas risas.
Me encanta la cotidianidad tranquila de la que disfrutamos.
Esto de manera involuntaria lo pienso siempre, pero hoy más, porque hoy en un pueblo de España se han roto esas rutinas y me veo mirando las fotografías de la catástrofe en el diario, con mi cortado delante y mas que nunca deseo que todos podamos disfrutar de un café a media mañana.
La naturaleza nos sorprende siempre, nos fascina con sus paisajes, nos exige siglos de estudio para medio llegar a comprender sus leyes y cuando creemos que ya no hay incógnitas, nos vuelve a sorprender con su fuerza desmesurada.
No creo en profecías , ni en castigos divinos, creo en el instante presente, en hacer el bien, en el respeto a los semejantes, a los animales y también a la naturaleza.
Creo que hoy estoy aquí tomándome este café y que es posible que mañana ya no esté.
Que esta normalidad de ver pasar coches y gente por mi calle se puede truncar en cualquier momento o seguir inalterable durante décadas.
No me voy a preocupar por eso, voy a vivir disfrutando de cada mañana, de cada café y de cada diario.
Y el día que por cualquier motivo no esté, ojalá alguien se tome mi café.
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