Admiro a la gente que tiene sueños y voluntad para perseguirlos.
Yo siempre tuve cientos de ellos, que fueron creciendo conmigo.
En la misma medida que abandonas unos zapatos viejos para calzarte unos nuevos, mis sueños se disipaban en pos de uno nuevo.
Por lo que afirmo que no sé lo que es perseguir un sueño.
Estudié en un colegio de monjas y confundí lo que es tener un sueño con la vocación.
Siempre esperé despertar un día con la firme convicción de saber cual iba a ser mi futuro.
Esperaba que el buen Dios me iluminase y me indicase un camino tan claro como una pista de aterrizaje en una noche oscura.
Pero eso no sucedió, esperé mi vocación y no llegó.
Entonces sin vocación y sin un sueño que alcanzar, navegué por el río de mi vida, acercándome a la orilla que mas me convenía.
Eligiendo afluentes tranquilos o poniendo rumbo a rápidos y cascadas peligrosas.
Por un lado siento el vacío de no tener ese punto fijado en el horizonte al que dirigirme sin pensar.
Pero por otro lado siento la inmensa libertad de ver el horizonte infinito hacia ambos lados, un horizonte que veo tranquilo y hacia el que me dirijo sin ninguna presión.
Recuerdo, de pequeña imaginarme en el año 2000, me veía con hijos, marido, pelo largo y un trabajo con compañeras y compañeros al mas puro estilo Aly Macbeal.
De todo eso solo he conseguido el pelo largo.
¿Debo esforzarme en perseguir el resto o dejarme llevar por la corriente?
En este punto de mi vida haré caso del maestro Bruce Lee "Be water, my friend"
1 comentario:
Todos los pasos dados, los buenos y los malos
te han traído hasta aquí.
Que quieres que te diga, prefiero no saber a dónde voy, ni el camino a seguir.
Soy feliz sabiando a dónde quiero ir y creo que lo demás es lo que llamamos "la salsa de la vida".
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