miércoles, 24 de agosto de 2011

De cestos y cestillos


Tumbada en la arena aparte de echarme unas siestas de escandalo, disfruto de la lectura, del sano deporte de escuchar conversaciones ajenas y del placer, parapetada en mis gafotas de sol, de cotillear los usos y costumbres de mis vecinos de playa.
Algo que me fascina son los cestos de playa y como, si de la chistera de un mago se tratara, salen de él los mas variopintos objetos.
Está la bolsa fashion de la chica joven, con su toalla de diseño en print animal, sus cremas bronceadoras, cintas para el pelo y un sinfín de bikinis y pareos.
También la bolsa unisex de la parejita joven, que ella organiza y el porta, como si esa distribución de tareas viniese como norma primera en el manual de nuevas parejas.
Otra bolsa fascinante es la de la familia con niños, de esta salen toallas, bocadillos, botellines de agua, alguna cometa, manguitos, zapatillas, camisetas, cremas de sol, para mosquitos y picaduras y como no, un número que pasa de la decena de bañadores y gorras.
Sin duda los mas prácticos son la pandilla de adolescentes que llegan a pie o en bici, con alguna escueta mochila o la simple toalla a los ombros, huelga decir que siempre les falta algo, pero el compañerismo aflora y nunca falta un trozo de toalla compartida donde tumbarse.
Capítulo aparte se merecen las familias colonizadoras, estas son las que se lo traen todo, sombrillas, toldos, neveras, sillas, tablas de surf, sus bolsas de playa harían palidecer a los primeros exploradores del Kilimanjaro.
Yo como buena Capricornio, llevo un cestito modesto, bien organizado y que cumpla la siguiente norma, nada mas que lo necesario y nada menos de lo imprescindible.


1 comentario:

Unknown dijo...

necesario: bañador, chancletas y visa
imprescindible: gafas fashion y móvil.
perfecto