viernes, 28 de octubre de 2011

Curriculum vitae


Me encantan los anuncios de las inmobiliarias.
Como sutilmente burlan a la cruda realidad, para dejar impresas imágenes positivas de algo que al natural no lo es tanto.
Sin faltar a la verdad, sólo creando unas expectativas, que nos lleven a dar el siguiente paso y visitar el inmueble.
Donde ya nos intentaran atrapar con otras artes.
Pero de entrada ya estamos allí, en el oscuro portal sin ascensor, de un piso que huele a humedad y que aún conserva una estufa de carbón como única calefacción.
Pero estamos ya dentro, el anuncio de piso antiguo con techos altos perfecto para remodelar, ha cumplido su función.
Pues en eso he pensado cuando redactaba mi curriculum vitae, no se trata de mentir, sólo de ponerlo bonito.
Empiezas poniendo tus datos literalmente y con suerte llenas una carilla.
Pero sabes que no es suficiente, lo miras y ves un solomillo hermoso, en el centro de un gran plato sin ninguna guarnición, ni decoración, ni aderezo.
Faltan detalles que ilustren como eres y lo que ha sido tu vida laboral, sin caer en la inmodestia, ni en la mentira.
Si te has pasado el verano vendiendo helados en un carrito de playa, pues has de poner, mucha experiencia en ventas, trato directo y personal (y añades), experiencia con niños.
Si piden dos años de experiencia que tu no tienes, entonces has de poner, con muchas ganas de aprender, no me asustan los desafíos, quiero dar un nuevo rumbo a mi carrera profesional.
Y así, haciéndole la cobra a la realidad, consigues estar orgullosa cuando por fin relees tu C.V..
Lo que está claro, es que la persona encargada de leer los curriculums, sabe leer entre lineas, sacar la paja y quedarse con lo esencial.
Pero es como un baile ceremonial, un preámbulo necesario, ellos prefieren un C.V. bien argumentado y adjetivado para poder diseccionarlo al milímetro.
¿ Será que la cruda realidad no le gusta a nadie ?

1 comentario:

Unknown dijo...

Hay realidades que cuanto más crudas sean, más sabrosas son.